Puerperio y hormonas

Poco se habla de las primeras semanas después de tener un bebé (aunque afortunadamente cada vez un poco más).

La mujer está agotada del trabajo de parto, arrastrando cansancio y dolencias de la última etapa del embarazo, dolorida si ha tenido una cesárea, parto duro o si lleva puntos, y nada más nacer tiene al lado a un personita pequeña que la necesita para todo. Un nuevo ser que aún no entiende el mundo fuera del útero de su mamá y necesita adaptarse a él y todos los estímulos externos (que, dicho sea de paso, son mogollón). Un hijo que necesita todo para sobrevivir, atención constante y protección.

Y en medio de ese pequeño maremoto está ella. Intentando sobrellevar todo, ser fuerte, llegar a todos y suplir las necesidades a su alrededor, -olvidándose así de las suyas propias-.

A menudo veo como las primerizas en el embarazo, por más que escuchan que el posparto es durillo, no acaban de creerlo y luego se encuentran de golpe con él y todo lo que conlleva. En parte es algo normal porque es desconocido pero creo que deberían hacer un poco más de caso de los consejos de las otras mamás para llegar mental y emocionalmente más preparadas y sobrellevarlo mejor, ya que las hormonas se van a encargar de hacerlo más difícil a días.

Y por otro lado está la realidad de las que ya tenemos más hijos. Ya sabemos lo que es un posparto inmediato, lo que vamos a necesitar y cómo vamos a estar (más o menos), pero hay tantos factores externos que no podemos controlar que, muchas veces, dificultan mucho más las cosas. Cuidar de los otros hijos, mantener algo de orden en casa (que haya comida y ropa limpia, al menos), estar algo pendiente de las emociones de los demás y que nadie se sienta «abandonado». Y es que un nuevo miembro en la familia significa una reubicación de todos. Se viven días muy caóticos donde todo parece estar en el ojo de un huracán para, días después, ir recolocándose de nuevo.

Y una vez más, en medio de este pequeño maremoto, está ella. Intentando sobrellevar todo, ser fuerte, llegar a todos y suplir las necesidades a su alrededor, -olvidándose así de las suyas propias-.

Tener un bebé no es fácil y quién lo afirme, miente. Hay días que solo quieres llorar y llorar porque no has podido ducharte en condiciones, llevas noches casi sin dormir y te duelen músculos que ni siquiera sabías que tenías. Y desde fuera se ve tan normal. Total, si siempre hemos podido con todo pues seguiremos pudiendo, ¿no?.
PUES NO. Que seamos fuertes y podamos con todo no significa que tengamos que hacerlo.
En esas semanas lo que más necesitamos es olvidarnos de casi todo lo que no sea nosotras mismas y el bebé. Cuidar de él y de nosotras. No preocuparnos de limpiar, de lavar, de cocinar, de llevar al cole, de hacer deberes, de ir a la compra… Tan solo conocer a nuestro bebé y adaptarnos a él. Dejar que él nos conozca y se acostumbre a su nuevo hogar, que ya no es solo el cuerpo de mamá.
En esos días más que nunca necesitamos un soporte que nos cuide para nosotras poder cuidar.
Y unas semanas después, mamá volverá para todos. No se ha ido, sigue ahí. Pero mamá también es mujer y es persona y ahora necesita recuperarse y estar bien para poder seguir cuidando.

Ojalá cada vez sea más común la empatía hacía esa frase que en los últimos años tanto escucho: cuidar a los que cuidan. Aunque, de momento, me quedo con la satisfacción de saber que estoy entre ese grupo de mujeres, de personas, que quieren cambiar paradigmas y construir una sociedad más justa y más humana.

Parto natural

Cuando la maternidad comenzó a decir mi nombre -antes incluso de estar embarazada de mi primer hijo- también empezó a llegar a mis manos información sobre embarazo, parto y crianza natural. En ese momento, como muchas de vosotras, para mi el parto natural era, sencillamente, dar a luz en un hospital sin anestesia (¡cosa que para mi ya era fuerte!).
Conforme me fui metiendo más a fondo y siguiendo el camino que mi corazón me indicaba fui descubriendo que, al igual que en muchos aspectos de la vida, de todo hay niveles y niveles.
Comprendí que entender el parto natural como un parto en hospital sin anestesia, era el primer nivel. Siempre hay un primer escalón, además de que quedarse en este paso no es para nada mejor ni peor que los demás.
Informarte sobre el protocolo hospitalario y decidir que, no solo no quieres la anestesia epidural sino que no quieres que te pongan oxitocina por sistema ni que te estén monitorizando, es otro nivel.
Si seguimos adentrándonos veremos que la cosa sigue. Tampoco quieres que te obliguen a la dilatación en la cama, quieres moverte a tu aire. Y, si pudiera dar a luz en una postura más vertical, facilitaría mucho el expulsivo.

A esto podrían seguirle más detalles:

Quiero que mi marido/novio/pareja esté en todo momento conmigo.
Que me den a mi bebé en cuanto salga.
Comenzar la lactancia materna al nacer.
Que no me hagan episotomía por sistema.
Que no se use forceps o ventosa en la medida de lo posible.
Etc.

Después, visto y considerado todo, decides presentar un plan de parto en el hospital y negociar hasta donde se puede respetar el nacimiento de tu hijo.

Afortunadamente, muchas de estas cosas ya se respetan por protocolo actualmente.

Por otro lado, si seguimos subiendo escalones, hay la opción de contratar los servicios de unas comadronas para que vengan a atender tu parto en casa. Sí, para muchas ya es un tema que les descuadra pero para otras no.
Decidir traer a tu bebé de la mano de profesionales pero en la intimidad de tu hogar es para algunas mujeres algo que, no solo les llama la atención sino que lo prefieren por encima de un parto hospitalario (y, entre ellas, me encuentro yo).

En cualquier caso (y siempre que hablo de partos con otras mamás -sobre todo primerizas-) cuando, llenas de curiosidad, me preguntan los porqués y otras dudas y miedos que les asaltan siempre les digo lo mismo: el parto es un momento sagrado, divido, un milagro de la Creación y en éste la mujer se tiene que sentir lo más segura, tranquila y a salvo posible, sea esto en su casa o en hospital. Lo importante es ser honesta con una misma, conocer los propios límites y reconocer tu sentir en cuanto a ese momento y, desde ahí, desde ese lugar, tomar la decisión que más tranquilo deje a tu corazón. Sea cual sea, si está tomada desde ahí, no importa porque el resultado va a ser vivido desde ahí, que es lo que importa.

 

 

(Foto de mujer embarazada creado por yanalya – http://www.freepik.es)

¡No me lo esperaba!

¿Qué sucede cuando te preparas para algo y sucede de forma totalmente distinta?
Muchas mujeres viven el parto de una manera que no imaginaban, ya sea porque surgen complicaciones o, simplemente, porque esperaban otra cosa.

Lo cierto es que cuando vas a tener a tu bebé, por más que leas, escuches o veas nunca vas a estar del todo preparada porque es muy difícil llegar a imaginar cómo será ese momento. Así que planear hasta el último detalle y aferrarte a ello con fuerza no solo es inútil sino que, en la mayoría de casos, frustrante.
Lo mejor es prepararnos de la manera que mejor creamos (yendo a clases preparto, haciendo yoga, meditando, leyendo, conversando con otras mamás, escuchando a nuestro cuerpo, …) y tener lo básico muy bien organizado (hospital o comadronas, personas que cuidarán de tus otros hijos si los tienes, ropita, coche, artículos de higiene y curas para el puerperio, etc.) pero sabiendo y teniendo claro que las cosas surgirán de manera natural y que tú puedes reaccionar de la manera que menos imaginabas.

Algo que aprendí en primer parto es que siempre hay que tener un plan b (básicamente cuando decides parto natural, en casa o en una clínica que no está demasiado cerca) porque pueden surgir muchos imprevistos y tener que cambiar de planes en el último momento.

Y algo que tuve que aprender en mi segundo embarazo es que, aunque no tiene porqué pasar nada, puede que sí ocurra. Puede que el parto no vaya como esperabas y tengan que hacerte una cesárea de úrgencia. O puede que las cosas se compliquen y, en vez de dar a luz en tu casa, tengas que salir corriendo hacia el hospital. Por no hablar otras posibles situaciones.
A lo que quiero referirme con esto es que hay que tomar conciencia del momento tan importante que es el parto y, a la vez, tan arriesgado. Hay que confiar en Dios y en tu camino, escuchar tu cuerpo y rodearte de gente en la que confíes para que puedan apoyarte y cuidarte en todo momento. Y no olvidar que cuanto más confiada y libre te sientas, más posibilidades tendrás de vivir un parto maravilloso.

Infusiones para el embarazo y el parto

Para tener un buen embarazo y un mejor parto es primordial cuidar una serie de cosas: alimentación, energía, descanso, actividad física, cuestiones emocionales, etc.
Aún manteniendo todo perfecto (cosa difícil, ¿no creéis?) no es seguro que todo vaya a ir como la seda pero las posibilidades de que surja algún pequeño susto o imprevisto son mucho menores.

En este post os hablaré de unas hierbas que pueden ayudar mucho en este preciado momento. Se toman en infusiones y el cuando y durante cuanto tiempo depende de la planta.

Hoja de frambueso:
se puede tomar durante el embarazo y en el momento del parto (de hecho, aconsejan tomarla desde el embarazo para obtener mejores resultados).
Alivia las molestías de las nauseas y tonifica y fortalece el útero durante el embarazo. En el parto ayuda durante las contracciones además de ayudar a controlar cualquier hemorragia que se pueda producir durante éste.
Se toma la hoja seca. En agua hirviendo para una taza se echan dos cucharaditas y se deja reposar (sin hervir) durante unos 10 minutos.

Mitchella repens:
se puede tomar desde unas semanas antes del parto y prepara el útero y el cuerpo para el sagrado momento.
Según esta información es un tratamiento muy eficaz.
Se toma en infusión: una cucharadita de planta seca por taza de agua. Cuando hierva el agua se echa y se para el fuego. Dejar reposar unos 10 minutos. Beber 2 ó 3 tazas al día.

Puedes optar por tomarlas por separado o combinarlas en una misma infusión.

¿Y dónde puedo encontrarlas?
He recibido esta pregunta muchas veces y, aunque en algunas herboristerías se pueden conseguir Hojas de Frambueso en comprimidos, mi opinión es que mejor tomarla en infusión.

Podéis comprar on-line tanto hoja preparada para infusión como la planta en sí en estos links:

Panfor

Amor por el té

Nature Plant

 
* Basado en la información del libro Plantas Medicinales Ed. Tikal.

Consejos para el dolor durante el parto.

El otro día llegó a mis manos un pequeño libro con consejos naturales para diversas dolencias o procesos.
Como siempre pasa, cuando de algo te hacen esperar poco o nada, esto acaba sorprendiéndote de alguna forma pues al no tener expectativas le sacas mayor provecho. Y esto es lo que me ha sucedido con este manual, que el jugo que tiene -sea poco o mucho- lo estoy exprimiendo.

Ayer, mientras le echaba un vistazo, vi en el índice «Dolor durante el parto» y allí que me fui. Y aunque nada -o casi- de esto nos vendrá de nuevas a muchas de nosotras, me gustó lo que decía y hoy os los quiero compartir:

«¿Hay que sufrir tales dolores en un acontecimiento fisiológico que debería ser placentero de principio a fin?
 Lógicamente el dolor produce angustia, lo que acelera más a la parturienta y hace que el cuerpo libere más adrenalina. La adrenalina […] su exceso puede prolongar el trabajo de parto, con lo que aumenta la duración del dolor.

[…] los ginecólogos han ido introduciendo una serie de cambios en la asistencia al parto y en el diseño de las salas de maternidad que favorecían la práctica médica, pero no la comodidad de la mujer en el alumbramiento

Y expone una serie de consejos/sugerencias para el trabajo de parto:

Comer algo. Si notas que el parto comienza,come porque necesitarás energía. Lo mejor son alimentos fáciles de digerir y no comidas pesadas.

Bebe mucho líquido. El esfuerzo tan intenso hace que el cuerpo sude y se deshidrate. «Beber una cantidad adecuada de líquidos mejora la actividad de los músculos lisos del útero y esto ayuda a aumentar las contracciones».

Orina. Tratar que la vejiga no esté demasiado llena o, preferiblemente, casi vacía.

Cambia de posición. Ir variando la postura ayudará a las contracciones, a la postura del bebé que se prepara para nacer y a ti para acompañar mejor a tu cuerpo.

Aplica calor. «Un paño caliente colocado en la parte baja del abdomen, justo sobre el pubis, entre o durante las contracciones, es muy eficaz contra el dolor».

Date una ducha de agua caliente. «El calor alivia y relaja».

Respira. «Las técnicas de respiración no quitan el dolor pero sí evitan la tensión añadida». La tensión puede hacer que el parto resulte más doloroso y complicado, porque los músculos contraídos pueden obstaculizar, dificultar o no permitir la bajada del bebé.

Respira profundamente con el diafragma. De este tipo de respiraciones ya hemos hablado en otras entradas. Puedes volver a verlas aquí.

Grita, habla o quéjate si te apetece.

Visualiza. Una luz que recorre tu cuerpo, envuelve a tu bebé y lo ayuda a salir. Unas montañas verdes, con un gran río y el aire fresco. Un mar azul infinito con oleaje calmado y el sonido de los pájaros. Cualquier cosa que pueda relajarte y ayudarte a estar más presente.

Pedir un masaje en la espalda. El masaje en la parte baja de la espalda puede aliviar y servir de gran ayuda. (Y con esto no hay que olvidar el poder del contacto).

Comparte. Que tu pareja u otra persona querida para ti pueda atenderte, apoyarte, cuidarte y animarte.


* Todo lo que cito en esta entrada está sacado del libro «La gran guía de los remedios naturales«.

Foto-reportaje de un parto natural

Para mi existen una serie de blogs que son visita obligatoria. Escritos por grandes madres y grandes mujeres en los que abren su corazón para aquel visitante perdido o encontrado que llegue y quiera quedarse.

En uno de ellos –Nuryabissa– hoy he visto que su último post es un precioso video basado en un reportaje fotográfico sobre un parto en casa. ¡Qué belleza! Algunas imágenes te hacen totalmente partícipe del gran momento que se está viviendo en ese hogar. Fotos que comparten el cansancio, la espera, el dolor, la ilusión, el apoyo, la fuerza, el coraje, la dulzura, el amor, los cuidados, la compañía, la comprensión,… el respeto al proceso de este Sagrado momento y el calor del recibimiento de una nueva vida.

«La mujer cuando está a punto de dar a luz es comparable a una luna llena a la cual no se le puede añadir nada para aumentar su perfección.»  Sheikh Hisham Kabbani

Parto: la respiración durante el expulsivo

 

Continuando con las sabias explicaciones de Consuelo Ruiz, en su libro Cartilla para aprender a dar a luz  nos detalla el periodo expulsivo: cuándo comienza, las rotaciones del bebé mientras desciende, los órganos que participan en esta fase y cómo debería actuar la parturienta.

» Sabemos que en él intervienen tres importantes grupos de músculos:
  a) la matriz
  b) los músculos abdominales
  c) el diafragma

  ¿Cómo utilizar la matriz?
  La matriz se mueve por sí sola y no es posible ejercer ninguna clase de acción sobre ella sin recurrir a las drogas.  
  ¿Cómo se mueve en el período expulsivo? Se mueve siempre igual, de abajo a arriba. Cuando el cuello está cerrado tira de él para abrirlo, pero cuando ya está abierto y el niño puede salir de ella, deja que lo haga. Al subir, durante la contracción, el niño se va quedando fuera de la matriz, alojado en la vagina.
  Entonces intervienen los músculos del abdomen que, al contraerse disminuyen la capacidad del vientre, empujan al niño contra la columna vertebral de la madre.
  En ese preciso momento es cuando hay que manejar el diafragma. Ya hemos aprendido que cogiendo aire, el diafragma baja y, precisamente por eso, para que bajara muy poco, se practica, durante el período de dilatación, la respiración anhelante, cuando el niño no puede salir porque la matriz no está todavía abierta y hubiera sido inútil empujarle desde arriba.
  Pero cuando el niño ya puede salir de la matriz, incluso a veces ya ha empezado a hacerlo, instalándose en la vagina, cuyo tejido blando y muy extensible no ofrece resistencia, la situación ha cambiado completamente. La presión, desde arriba, será bien aceptada y se debe cambiar, después de la pausa correspondiente, la respiración anhelante por la respiración bloqueada durante la contracción

A continuación nos explica como hacer este tipo de respiración:

» La respiración bloqueada todo el mundo la sabe hacer, sin haberla especialmente aprendido. […]
  La respiración bloqueada no consiste, pues, más que en no dejar que salga el aire inspirado, manteniendo el diafragma en su punto más bajo.
  Cuanto más aire hayamos cogido en la inspiración, más profundamente bajará el diafragma. ¿Qué ocurrirá entonces? Que el aire que no dejamos salir se comprime, busca salida y empuja hacia abajo con la fuerza, nada despreciable, del aire comprimido, capaz de perforar el asfalto, pero con la suavidad de un agente blando y flexible, que actúa a través de órganos blandos sobre la parte menos frágil del niño, sobre las nalgas.»

Este tipo de respiración no hay que pensarlo ya que, cuando sientes fuertes ganas de empujar, sencillamente tomas aire, cierras boca y bloqueas la respiración por la nariz para hacer fuerza.

Y yo tengo que añadir que una amiga comadrona me aconsejó intentar no empujar muy fuerte en esta fase expulsiva, pues si puedes dar a luz de cuclillas o similar, el peso del bebé más la fuerza de gravedad harán el trabajo y cuando los tejidos de la vagina estén preparados, de forma elástica dejará pasar la cabeza del bebé con un porcentaje muy pequeño de sufrir, así, algún desgarro.

«Cuando ya sientas la cabeza del bebé y el «aro de fuego», si puedes no empujes, canta.

 

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