Como ya sabéis soy mamá de 4 tesoros. 3 de ellos de mi anterior matrimonio y 1 de mi actual pareja.
Los 4 se quieren con locura y sobra decir que los tres «mayores» están locos con su hermanito bebé. Él ha llegado a esta familia a llenarla, más aún, de risas y aventuras.
Pero estos últimos meses empiezo a ver la crianza de una forma temporalmente distinta. Estoy en 4 etapas muy diferentes y viendo lo rápido que crecen y la diferencia de edad entre ellos, he buscado algo simbólico que les recuerde que, estén donde estén y sea cual sea su vuelo, siempre se tendrán.
Me hace mucha ilusión compartiros el regalo que les he hecho para siempre. Les he regalado una estrella.
Sí, es oficial. Tienen su estrella con un nombre que, aunque ahora mismo suena típico, tiene todo el sentido para mi: OHANA.
Muchas sabéis que el significado de esta palabra en hawaiano es FAMILIA pero, además, está formada por las iniciales de mis hijos. Preciosa casualidad, ¿verdad?
Así que de la mano de Estrella mía elegí una constelación y les regalé su estrella.
Junto con la compra te hacen llegar un poema muy bonito, todos los datos de tu estrella (nombre, fecha de bautizo, coordenadas), un mapa de la constelación con tu estrella señalada y un poco de mitología sobre la constelación que has elegido.
Además tú eliges la fecha de bautizo de la estrella así que es un regalo precioso para un nacimiento, una fecha especial o, porqué no, una despedida que quieres que siempre perdure en el cielo.
A mis hijos les extrañó un poco el regalo sobre todo porque nunca habían oído que una de las estrellas podría ser para ellos. Pero les encantó y a mi me hace sentir muy bien poder decirles qué, pase lo que pase en la vida, cuando más se necesiten, podrán mirar el cielo y saber que están mirando la misma estrella, la suya.